domingo, 2 de febrero de 2014

Reflexiones sobre el valor de la vivienda. ¿Qué hay detrás de los números de tu hipoteca?

Cuando hablamos de vivienda, es necesario distinguir entre el valor el precio. Si el precio de vivienda hubiera subido en la misma proporción que los salarios, una vivienda que en el 2007 costaba 100.000 €, tendría que costar ahora tan sólo 28.322 €.
Aunque el lenguaje que vamos a utilizar aquí no sea todo lo preciso que debiera, nos sirve para ver que los 28.322 € corresponden al valor de la vivienda, y la otra cantidad, los 100.000, al precio que nos piden por la misma. Que tampoco es lo que vamos a pagar, ya que tendremos que pagar al cabo de treinta y cinco años los 100.000 de su precio, más los 112.000, redondeamos, del interés del crédito necesario para poderla adquirir.

Valor, precio y coste real van aproximadamente en esta proporción: 1, 4, 9.

A partir de los datos que ya tenemos podemos sacar algunas conclusiones:

  • Lo evidente es que hace veinte años era relativamente fácil hacerse con una vivienda y sin embargo, en 2007 significaba atarse de por vida a una deuda mensual.
  • Durante ese largo período de tiempo gran parte de los recursos económicos de la familia se van a destinar a cubrir esta necesidad, por tanto otras quedarán desatendidas: estudios de los hijos, promoción, ocio, etc. Incluso limitará en muchos casos la descendencia y el número de hijos.
  • No se puede olvidar que, en general, las familias han tenido que ir a vivir fuera de los núcleos urbanos con el consiguiente aumento de gastos en transporte, vehículos, seguros...
  • Si unos necesitan buscar financiación y otros no, los más ricos podrán comprar dos casas con el mismo dinero que los más pobres. Esto les hará el doble de ricos en treinta y cinco años. En otras palabras: la satisfacción de algunos derechos le salen más baratos a unos a que a otros, y el acceso a la vivienda se convierte en factor de enriquecimiento o empobrecimiento según la clase social a la que se pertenece.
  • A medida que el tiempo de pago de un crédito se alarga las posibilidades de trasmitir patrimonio, entendido como ahorro de toda una vida, disminuyen. Si se fallece, como ocurre a veces, antes de terminar de pagar, el bien a heredar llevará aparejada una deuda. Es una manzana envenenada a la que muchos prefieren renunciar antes que el bocado les lleve a la ruina. Otra vez más la brecha entre clases se acrecienta.
  • Pero, lo más importante es que a lo largo de tan largo período de tiempo nadie está libre de sufrir cualquier percance que le dificulte o incluso imposibilite hacer frente a las cuotas durante unos meses, lo que –como ahora veremos- puede acarrear a la pérdida de la vivienda, entre otras desgracias.
Es seguro que se pueden extraer más conclusiones.


La barrera de la legislación española
Pensabais que esto se había acabado. Pero ahora es cuando se empieza a complicar en serio. Ya tenemos el precio que tenemos que pagar. O sea, el resultado de una especulación que ha multiplicado en unos años el precio de la vivienda, más el cinco por ciento del interés que es en realidad el 112 %. En otras palabras: el banco me deja el dinero y he hecho las cuentas. En treinta y cinco años, cuota a cuota mensual, terminaré pagando los 212.000 €.

Una ciudadana, a las puertas de una oficina bancaria.
Al fondo, un anuncio en el que la entidad promociona
una de sus ofertas especiales.

Al entrar en Comunidad Económica Europea (la Europa de los mercados), hace más de veinte años, Europa le dice a España que corrija la multitud de disparates que contiene su legislación hipotecaria, ya que permite abusos sin límite por parte de las entidades bancarias. Pero los sucesivos gobiernos de uno y otro color no hacen ni caso.

La suma de esos disparates se traduce en que no se venden créditos, se venden hipotecas, que es otra cosa bien distinta. No se financia la compra de viviendas ni se da crédito, es decir, dinero a cambio de intereses teniendo como prenda la vivienda y, en el caso de que no me pagues, me la quedo. Lo que ocurría con el antiguo Monte de Piedad. Vale, mal, pero es casi justo, por si hay impago.

Con la liberalización del suelo y el rendimiento económico del suelo destinado a la construcción de viviendas en régimen de propiedad horizontal se rompen las reglas del juego del bien como prenda. Ahora la garantía ya no es el bien hipotecado. Quieres comprar una vivienda y haces una hipoteca para comprarla. Pero con la casa que no has pagado compras una hipoteca, y la hipoteca que has comprado es un producto hipotecario. Luego no tienes casa solo tienes una carga económica de por vida en el mejor de los casos.

Todo esto se hace sin informar con exactitud, ni detalladamente, a las personas, a los clientes de las entidades bancarias. Con posterioridad, el notario tampoco explica esa cantidad de detalles incomprensibles para la mayoría.

La hipoteca, o el producto bancario que nos coloca el banco, lleva muchas veces aparejadas cláusulas de este "pelo":

  • Intereses de demora entre el 18 y el 25%
  • Seguros de vida
  • Seguros de vivienda
  • Seguros de impago
  • Seguros de subida de intereses
  • Tarjetas
  • Planes de pensiones
  • Y cláusulas abusivas, como las de suelo o techo.
  • Y otras más. Pero lo más grave es que con frecuencia piden otros avalistas. Dos viviendas para comprar una solamente.

Supongamos que ya se han superado todas las barreras anteriores y ya estás en tu casa acostado y acosado en silencio por tu hipoteca. Pero, de repente llega la crisis, la burbuja estalla y con ella el descenso de tu poder adquisitivo y tras eso la imposibilidad de hacer frente a las cuotas que el banco te envía cada mes. Tampoco es necesario que llegue la crisis global, es suficiente un soplo de mala suerte: enfermedad o accidente, un despido o una separación.

Todo se viene abajo. No importa que sean 28.000, 100.000 o 212.000. Da igual. Una a una los cuotas de 500 euros llegan cada mes y desencadenan una tormenta inesperada.

El banco por unas pocas cuotas impagadas -otra cláusula abusiva en un contrato de larga duración, de treinta y cinco años- considera roto el acuerdo y ante el juez te pide el total de lo adeudado, la cantidad que te falta por pagar del crédito. Por tres cuotas impagadas (se ha dado el caso de que por una sola) se pone la maquinaria en marcha y te llega un papel del juzgado en el que se te exige el valor total la deuda. Toda, más las cuotas impagadas, y los intereses de demora sobre el total de la deuda. Y los números son tan siniestros como los que ahora veremos.


Una de nuestras pancartas reivindicativas.
Si en un plazo breve no ingresas dinero, tu vivienda se subasta. Ahora, con la nueva ley entre el 60 y 70 % del valor de tasación. Con anterioridad a 2013, hay casos en los que se ha subastado por cerca del 20% de la tasación. Se descuenta esa cantidad de la deuda y se le suman los intereses correspondientes al tiempo que no has pagado, y también los gastos judiciales y el papeleo.

El resultado: tenías una hipoteca de 100.000 y, después de 8 años pagando, no puedes seguir haciéndolo y lo dejas. Has pagado hasta la fecha 48.000. Casi la mitad, pero como al principio sólo pagabas, prácticamente, intereses, por lo que resulta que ahora 90.000. A esta cantidad hay que sumar intereses de demora de estos meses -7.200- más los gastos, es decir, otros 20.0000. Total 117.200 euros... “solamente”. Si finalmente la vivienda es subastada, descontaremos de dicha cantidad los 60.000 euros logrados en la subasta. Y una vez finalizado el proceso, “sólo” debes 57.000 y estas en la calle. Vamos, que te quedas sin casa, y con una deuda bien, pero que bien gorda.

Y los jueces ni miran los porqués, ni la situación, ni las alegaciones de los abogados cuando los hay, ni la indefensión cuando existe (que es casi siempre). Les ha sido suficiente ver los papeles de los bancos para comprobar que un contrato comercial se ha roto por una de las partes. No tienen que entretenerse en mirar, por ejemplo, si ese contrato se refiere a la vivienda habitual. Está roto la sentencia ya está dictada. No hay macha atrás...

Extracto nº 3 de la ponencia de Stop Desahucios Salamanca
en la mesa redonda sobre Recorte de Derechos
Organizada por Amnistía Internacional.
Facultad de Derecho. Salamanca
4 de diciembre de 2013
TEXTO.- Jesús Mª Andrés
(La ponencia completa se irá publicando
en las sucesivas entradas de este blog)

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